jueves, 19 de enero de 2012

La moda... viaja

Qué recuerdos me traen mis viajes... en especial uno de ellos fue mi viaje a Bochum, Alemania, ciudad y país en el que aunque no os lo creáis, están más preocupados por la moda de lo que aparentan. Y por suerte para ellos, está a su alcance.

Éstas son algunas fotos de mi paso por el país:

La catedral de Köln




La línea de U- Bahn




El ayuntamiento de Duisburg


Fue hace dos años, y por aquel entonces ya rondaban por allí los leggins de cuero y los chalecos de pelo que podemos encontranos a día de hoy en cualquier boutique. Además, todo era más accesible. Un chaleco de pelo preciosooo con cinturón (adjuntaré la foto más adelante) con cinturón sólo me costó... ¡10 euros! Cuando en cualquier H & M o Zara el precio asciende a unos 30 o 40 euros.

Así como una chaqueta de cuero. La de la foto me la cogí en Blanco en Rebajas las pasadas Navidades por 10 euros, pero en Bochum encontré una  por el mismo precio, ¡y era preciosa! Antes de adquirir la mía. Lo malo, es que ya no tuviesen de mi talla...

Otra cosa, los zapatos. Este Otoño/ Invierno se llevan los zapatos de cuña con cordones, similares a éstos:

 

Los tenían en negros y grises. En negros los adquirí éste año, por 20 euros, y en grises los adquirí allí, por nada menos que... ¡5 euros! Parece increíble pero cierto. Y aún me duran, y hace 2 años que los tengo...¡y me encantan!

¡Cómo me gustaría poder volver!!


---Girl'sRedHeels---

lunes, 9 de enero de 2012

Ésa esperada fecha para todas las locas por la moda...

Algunas personas se dedican a escribir sobre la parte "buena" de las rebajas, y digo buena entre comillas porque al contrario de lo que muchos pueden considerar, o más bien muchas, es la menos sufrida. Sin duda es agobiante esperar una cola de media hora (si no me quedo corta) para comprar unos simples pares de zapatos, pero, ¿se han parado a pensar como lo viven quienes se encuentran al otro lado del mostrador?

Ahí está. Las dependientas. A algunas nos gusta la moda tanto o más que a vosotras, pero por desgracia no podemos irnos de tiendas todo lo que quisiéramos. Sí, está genial, eres la dependienta, tienes el descuento de bla bla bla y reservas lo que muchas quisiesen antes de que la tienda abra sus puertas, bla bla bla... pues muchas desearíamos no pasar por la presión que sobre todo, experimentamos el llamado DÍA 1.




Día 1. Después de pasar la etapa navideña, no es suficiente, llegan las esperadííiiiiiiiiiiiiiiiiisimas rebajas. Esas en las que no sólo van a comprar, sino a devolver. "Si señora, las rebajas no llegan hasta el 7 de Enero". "Síííí, ya sé que es un fastidio gastarse en su hija 80 euros por un abrigo que en dos días costará la mitad" y "Nooo, que la prenda lleve marcado a boli una ligera 'Q' no signica nada, ni aunque la marca sea '50%', la prenda vale lo que vale" son las frases más utilizadas el día anterior a Reyes, y al pandemonium. Porque en eso es en lo que se convierte el día de rebajas.

En verdad creo que mucha gente no se para a pensar en lo que esa palabra engloba. En el trabajo y el esfuerzo que cada grupo, cada empresa realiza para que ese día todo esté perfecto a la vista de los consumidores. Que por supuesto, dura unos instantes: cuando el reloj marca las 10 a.m (horario de centro comercial), al igual que el encantamiento de Cenicienta llega a su fin al dar las 12 campanadas de medianoche, toda esa perfección desaparece, y da la impresión de que nunca haya existido. Donde antes habían mesas con ropa doblada minuciosamente, ahora hay montañas de tela de la que debes tirar para descubrir su identidad. ¿un abrigo? ¿un jersey? Quién sabe. Los pasillos antes ordenados, ahora están repletos de ropa y perchas por doquier, que las señoras dejan caer, sí, DEJAN CAER, incluso delante de tus narices. A veces te preguntas, ¿acaso soy invisible? Noooooooo, tranquila, no te preocupes, lo que en realidad sucede es que si ya de normal la gente se comporta como si la ropa naciese del suelo, y por lo tanto se cae, es mejor dejarla ahí, el día de rebajas esto sucede todavía más.

¿Qué hay del trabajo anterior a esa hora de apertura, entonces? Porque todo no se ha preparado en un día, y que yo sepa a estas alturas no hemos tenido necesidad de contratar duendecillos de los bosques para que nos ayuden en nuestra tarea. Unos días antes preparamos las secciones, diviediendo la tienda`por la mitad en lo que será la zona de rebajas de lo que es la "Nueva Colección". Separar cada familia (es decir, pantalones, camisas, etc) para que todo sea más accesible. Y por último, ir prenda por prenda, y con mucho cuidado de no cometer errores, marcando el precio final, para ya sí, el día anterior a rebajas, nos quedamos unas hasta la madrugada, otras nos levantamos varias horas antes de la apertura, para marcar todo con su precio correspondiente. Sin olvidarnos de la señalización de la zona: unos carteles gigantescos colgando del techo así como en estantes y mesas indicarán en vivos colores qué es lo que está con descuento con la simple y sencilla palabra REBAJAS. Más claro, imposible.

¿Imposible? No. El día 1, nada es tan obvio y sencillo como parece. Querida señora, si esa zona esta repleta de carteles que rezan "REBAJAS", significa que el resto de la tienda, ¡NO LO ESTÁ! ¿ Para qué, si no, hemos ocupado nuestro tiempo horas antes, entre sueño y desánimo, para dejarles a nuestros "adorados clientes", dónde está cada cosa? ¡Para que nos lo pongan también fácil a nosotras!

Siii, ya ha llegado. Ahí estamos nosotras los últimos minutos de libertad, contemplando cómo se amontona la multitud al otro lado de las puertas transparentes, empujándose unas a otras, medio axfisiándose, mientras un escalofrío nos recorre la espalda. La imagen no dista mucho de aquella que nos ofreció cierta serie de muertos vivientes que luchaban por romper el cristal de un escaparate para entrar, incitados y atraídos por la visión de seres humanos. Vivos. Calientes. Indefensos.




La puertas se abren. O la verja sube. A vuestra elección. Y no, no es una visión. Como en una película americana, la gente entra súbitamente, como en un estallido. No corren, al menos, no todos. Algunos avanzan con pasitos rapidos, como conejos, para ganar posiciones. Es una carrera en la que o ganas, u otro te arrebata el premio. Sí amigos, sí. Yo no lo he presenciado, pero un día de compras en las Rebajas puede convertirse en una lucha de wrestling, y las tortas y tirones de los que tanto nos reímos al imaginárnoslos están asegurados. La moda hoy en día puede considerarse una obsesión para muchas, y no importa si haces el ridículo por conseguir el último vestido con transparencias de la talla S que la rubia oxigenada del abrigo de pieles ha encontrado de entre el montón de prendas de la mesa de la entrada. Cueste lo que cueste.

Así pues, mientras nosotras, pobres dependientas, porque eso es lo que creo que muchas consumidoras consideran que somos, doblamos nuestro horario esa semana, nos paseamos por los pasillos como almas en pena pero esbozando una enorme sonrisa falsa en nuestras caras intentando demostrar que el cansancio no es real, intentamos satisfacer todos vuestros deseos así como responder vuestras preguntas, aunque éstas reciban la misma respuesta robot ("Sí, es lo que marca", " Sí señora, sólo queda lo que está expuesto, lo siento ", " No, no sabemos aún si va a bajar más"). Entiéndanos, el agobio que pasamos en las cajas, viendo que la fila delante del mostrador no se acaba nunca, al igual que la montaña que crece más y más en los probadores con todo tipo de prendas sintéticas, zapatos, cinturones, y demás accesorios, no es ni comparable al suyo. Porque no puedo evitar reírme para mis adentros (si lo hiciese a la cara sería una grosería y una falta de respeto muy grave, sobre todo si se encuentra a mi lado mi encargada, cuyos ojos se mueven sin cesar como peces en una pecera, intentando controlarlo todo al mínimo detalle) cuando una señora exclama: "¡Uff, pero qué calor tengo! ¡Llevo 40 minutos esperando en ésta fila interminable!" porque repito, entiéndanos, no tiene ni punto de comparación.

Agobios, mareos, frenesí, nervios, calor... todo parece agolparse en este mundo de caos, en el que ni las dependientas parecemos tan cansadas, ni las clientas parecen reconocer que contribuyen a ése desorden. ¿Acaso no se dan cuenta de que, si contribuyeran al menos un poco a mantener ese cosmos que encuentran al cruzar a primera hora las puertas, su día de compras sería más agradable para todos? ¿Que encontrarían lo que buscan enseguida y nos harían la vida más fácil? Pero eso es algo que nadie se para a pensar, hasta que no se encuentra en la situación de la servicial, sumisa y accesible esclava. Digo dependienta.


Feliz día de rebajas.



---Girl'sRedHeels---